Mezcla la harina y la sal en un tazón grande (más el azúcar si es para una receta dulce).
Añade la mantequilla fría cortada en cubos. Amasa rápida y suavemente con las yemas de los dedos hasta obtener una masa que tenga textura como de arena o de migas de pan, unos 2 o 3 min.
Agrega la yema de huevo y mezcla nuevamente. En este punto, agrega el agua poco a poco, la cantidad dependerá del tamaño del huevo utilizado, ya que también aportará hidratación a la masa. Cuanto más grande sea el huevo, más se reducirá la cantidad de agua. Mezcla con las manos hasta unir los ingredientes y obtener una bola suave, sin ser blanda, que no se pegue en tus manos. !Muy importante! No trabajes la masa en exceso para evitar que se vuelva elástica.
Coloca la bola de masa en un envase, recubre con film y refrigera por 30 minutos para que tome consistencia.
Transcurrido el tiempo de reposo, saca la masa del refrigerador, retira el film, coloca sobre una superficie ligeramente enharinada, aplana con la mano y seguidamente estira con el rodillo hasta lograr un espesor uniforme de unos 3 – 4 mm y dándole la forma del molde que vayas a usar. Si es necesario rocía el rodillo con harina para evitar que se pegue la masa.
Engrasa ligeramente el molde y forra con la masa presionando ligeramente para que se ajuste bien. Corta la masa sobrante en los bordes del molde con un cuchillo o pasando el rodillo y pincha el fondo con un tenedor para evitar que se formen burbujas.