Primero que todo limpia suavemente las hojas de albahaca con un paño, sin frotarlas, deben estar frescas e intactas, sin marcas negras ni quiebres. La auténtica receta genovesa especifica que no deben lavarse. El agua arruga las hojas y las ennegrece comprometiendo el sabor y el color del pesto. Si decides lavarlas, asegúrate de escurrirlas y secarlas muy bien con papel absorbente.
Pela los dientes de ajo y retira el germen.
Saltea en una sartén (sin aceite) los piñones hasta que estén ligeramente dorados.
Coloca en el vaso de la batidora o en el procesador a velocidad media baja la mitad del aceite, las hojas de albahaca, el ajo, los piñones, la pizca de sal y tritura un poco. Remueve con una cuchara las hojas que se quedan pegadas en las paredes de la batidora.
Añade el resto del aceite y el queso cortado en trozos o rallado y tritura nuevamente hasta que los ingredientes estén bien mezclados y tenga apariencia de pate grumoso.
Puedes guardarlo en la nevera durante aproximadamente 8 a 10 días, cubriendo el pesto con una capa de aceite de oliva virgen extra (aproximadamente 2 cucharadas) en frascos de vidrio perfectamente esterilizados.