Primero que todo limpiamos bien los mejillones. Raspa las cáscaras para eliminar las partes duras calcáreas de color blanco y quita las barbas tirando fuertemente con un cuchillo. Lava con abundante agua corriente para quitar toda la suciedad.
En una cazuela coloca los mejillones ya limpios y vierte medio vasito de agua y 1 hoja de laurel. Tapa y deja cocinar hasta que los mejillones se abran, apaga el fuego. Cuela los mejillones y reserva el caldo que se ha producido. Quita la concha vacía de los mejillones y reserva.
Pica la cebolla y el pimiento en pequeños cuadritos y el ajo finamente.
Coloca a fuego medio una sartén grande, vierte un chorrito de aceite de oliva, agrega la cebolla, el pimiento verde, los ajos picados y deja cocinar por unos 4 minutos, hasta marchitar.
Seguidamente añade una cucharada de harina, el tomate frito, rehoga bien e incorpora el vino blanco. Cocina por 3 minutos para que se evapore el alcohol y vierte el caldo de la cocción de los mejillones. Remueve bien para evitar grumos. Cocina 8-10 minutos.
Agrega los mejillones y cocina 3-4 minutos para que se impregnen los sabores.
Prueba la salsa y si es necesario agrega sal y pimienta.
Retira del fuego. Agrega perejil picado.
Sirve los mejillones calientes con la salsa por encima.